Una
zorra que nadaba a través de un río rápido fue llevada por la
fuerza de la corriente a un barranco muy profundo, donde quedó durante
mucho tiempo muy magullada, enferma, e incapaz de moverse. Un enjambre
de moscas hambrientas que chupan sangre se habían colocado sobre
ella.
Un erizo, que pasó por ahí, vio su angustia y preguntó si él debería ahuyentar las moscas que la atormentaban.
- "De ningún modo, contestó la zorra; por favor no las molestes".
- "¿Cómo es eso?, dijo el erizo; ¿no quiere usted ser librada de ellas?"
- "No, respondió la zorra; porque estas moscas que usted ve ya están llenas de sangre, y me pican, pero muy poco, y si usted me libra de éstas que ya están saciados, otras más hambrientos vendrán en su lugar, y terminarán de beber toda la sangre que aún me queda".
Un erizo, que pasó por ahí, vio su angustia y preguntó si él debería ahuyentar las moscas que la atormentaban.
- "De ningún modo, contestó la zorra; por favor no las molestes".
- "¿Cómo es eso?, dijo el erizo; ¿no quiere usted ser librada de ellas?"
- "No, respondió la zorra; porque estas moscas que usted ve ya están llenas de sangre, y me pican, pero muy poco, y si usted me libra de éstas que ya están saciados, otras más hambrientos vendrán en su lugar, y terminarán de beber toda la sangre que aún me queda".